La educación es un bien público; está en la base de la libertad, de la justicia, de la democracia, los pilares de las sociedades modernas; hace posible el ejercicio pleno de estos atributos de la sociedad por parte de sus miembros. Ahora, en la era del conocimiento, que es la de la información, es claro que sólo con educación, ciencia y tecnología es posible que los países accedan a las dinámicas globales, al crecimiento económico y al desarrollo social. El desarrollo de la política nacional de ciencia y tecnología está articulado a la educación. En el marco de esta política, la posibilidad de formar en el país los recursos humanos que se necesitan para ampliar las capacidades nacionales en ciencia y tecnología, se sustentan en la calidad y la pertinencia de la educación que se ofrece en el país. En este sentido, parece claro que la educación que se le ofrece a los colombianos exige de grandes replanteamientos y desarrollos para que pueda responder a los retos que platea la formación de las actitudes propias del espíritu científico y la capacitación en las aptitudes necesarias para la investigación y la innovación; tenemos que hacer grandes esfuerzos en esta materia en el futuro próximo si queremos recuperar la distancia que nos separa del nivel deseable de desarrollo. Esta es una discusión que aún no hemos asumido con la suficiente decisión y seriedad.