Una investigación basada en indicadores de los años 1990 a 2000 relacionados con el acceso comparativo de hombres y mujeres a la educación superior, la obtención de postgrados, las becas, la participación en la docencia universitaria, la investigación y los cargos administrativos de importancia, demostró que las diferencias por género se van acentuando a medida que el prestigio, el poder y el salario aumentan. A pesar de que el número de mujeres egresadas de la universidad es mayor al de los hombres, las mayores desventajas se empiezan a notar cuando ellas tratan de entrar a programas de más alto nivel. Las cifras son un índice de la discriminación. La desigualdad, aunque evidente, no es clara, ni bien entendida aunque hace pensar que el mundo académico y científico ofrece igualdad de oportunidades a todo el mundo. Estas asimetrías son también el resultado de otras desigualdades sociales, políticas y económicas.