El autor esboza, de una manera ágil, y en ocasiones vehemente, las carencias que presentan la docencia, la investigación y la aplicación de la "reina de las ciencias". Aún en medios cultos, la profesión del matemático se ve como interesante, respetable, e intelectualmente refinada, pero distanciada de las vivencias sociales y económicas de las gentes. Con el ánimo de contribuir a la ubicación de las matemáticas en el lugar que les pertenece en el contexto del desarrollo y para que el país algún día tenga voz propia en la ciencia y tecnología, el autor analiza, descarnadamente, los vacíos que presenta la formación universitaria (en pénsum, asignaturas y estilo de enseñanza) y las deficiencias en materia de investigación. En su opinión, estas fallas, unidas a otras no estrictamente académicas, han llevado, desafortunadamente, a la profesión por caminos muy distantes del compromiso con la vida nacional.